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lunes, 18 de abril de 2011

Debussy y Mallarmé, por Daniel Chirom

Letra y música

Debussy y Mallarmé: Correspondencias entre música y poesía

“¿Pero acaso este poema no tenía ya música?” le dijo el poeta consagrado Stéphane Mallarmé (1842-1898) al joven músico Claude Debussy (1862-1918), que le había acercado con reverencia una composición suya sobre el poema Aparición.

Corría el año 1884 y para entonces Debussy ya había musicalizado cuarenta poemas. Entre sus poetas elegidos se pueden citar a Théodore de Banville, Paul Verlaine, Leconte de Lisle, Paul Bourget, Charles Baudelaire, Pierre Louÿs, Alfred de Muset, Charles d’Orleans y Francois Villon. Además, escribió sus propias prosas líricas.

El músico Paul Dukas afirmó que “La más fuerte influencia que tuvo Debussy fue de los escritores, no de los músicos”.

El Parnasianismo y posteriormente el Simbolismo aportaron al músico tonos y sonoridades nuevas. Se podría decir que él proyectaba en las palabras de Mallarmé lo que jamás había visto, una correspondencia entre las imágenes y los sonidos. Incluso cuando Debussy no utilizó textos en sus composiciones, se basaba igual en ellos. El máximo ejemplo es el Preludio para la siesta de un fauno, sinfonía que revolucionó los cánones de aquel entonces dándole la espalda a Wagner y basada en el poema homónimo de Mallarmé.

El Parnasianismo intentó reaccionar contra el exceso de lirismo de la postura romántica confiriéndole a la poesía un tono más objetivo e impasible. Trató de describir con precisión aspectos cambiantes de la naturaleza. Fue hijo del Positivismo.

La intención primera de los simbolistas fue crear una poesía de ideas que atestiguara la preocupación de profundizar en las relaciones del hombre con la naturaleza y del hombre con el hombre. El símbolo establece relaciones, correspondencias, entre los objetos y los sentidos o entre los fenómenos del mundo físico y del mundo moral. La poesía simbolista fue paralela al renacimiento del idealismo, y le concedió importancia a la libertad de expresión y al inconsciente.

“Evocar poco a poco un objeto para mostrar un estado de alma o, inversamente, elegir un objeto y separar de él un estado de alma por una serie de desciframientos” dijo Mallarmé sobre la actitud de los simbolistas (1891, Echo de París). ¿Acaso esta definición no cabe en la música del autor de Children’s Corner?

Cuando Debussy musicalizó Aparición tenía 22 años y aún no se había desencantado de Wagner, cuya concepción de la música lo influenció en ésa y otras composiciones de aquellos años. Casi treinta años después (1913) volvió a musicalizar tres poemas de Mallarmé: Suspiro, Placer Fútil y Abanico. Esta vez el resultado fue diferente. Texto y música confluyen en una obra única donde la melodía y la sonoridad de las palabras aparecen como elementos de la composición musical, cuyo lenguaje es atonal.

Claude Debussy realizó ochenta composiciones basadas en poemas. Éstas no fueron meros pasatiempos sino que formaron parte de su credo como artista al entender que existen entre el hombre y la naturaleza correspondencias en todos los planos. Además, estas joyas, en muchos casos, fueron campos de experimentación para sus obras más extensas. Un claro ejemplo es Noche de estrellas, una composición basada en un poema de Théodore de Banville que data de 1875 y que luego vuelve como tema en su ópera Pelléas y Melisande.

La obra de Mallarmé muchas veces fue calificada como poesía de cámara. Es considerado junto a Arthur Rimbaud y Charles Baudelaire como el padre de la poesía moderna. El Simbolismo no fue sólo una cuestión gramatical o gráfica sino una actitud mental. El mismo talante que tuvo Debussy, uno de los progenitores de la música contemporánea.

Daniel Chirom



APARICIÓN

La luna se entristecía. Serafines llorosos,

Soñando, con el arco en las manos, entre la calma

De las flores vaporosas, extraían de sus violas murientes

Blancos sollozos que resbalaban sobre el azul de las corolas.

Era el día bendito de tu primer beso.

Mi ensueño, queriendo martirizarme, se embriagaba

Con prudencia de una tristeza fragante,

Y, sin siquiera un lamento, sin una queja, dejaba

La cosecha de un sueño en el corazón que le acoge.

Yo iba errante, con la mirada perdida en el suelo en ruinas,

Y, con el sol en los cabellos, en la calle,

Entre la noche, tú te me apareciste sonriendo

Y yo creí ver en ti la diosa coronada de claridad

Que antaño, sobre mis bellos sueños de niño,

Pasaba, dejando siempre caer de sus manos entreabiertas

Los blancos ramilletes de perfumadas estrellas.

Trad. Daniel Chirom




SUSPIRO

Mi alma va, calma hermana, hacia tu frente

Donde sueña un otoño de pecas alfombrado

Y al errante cielo de tu angélica mirada,

Fiel, sube, así como en jardín doliente

Un blanco chorro de agua hacia el Azul suspira,

Azul tierno de Octubre que pálido, puro mira

Reflejarse en estanques su infinito desmayo,

Y deja –en muertas aguas donde rojiza agonía

De hojas en el viento vaga y abre una huella fría-

Que el amarillo sol se arrastre con largo rayo..

Trad. Daniel Chirom

ABANICO

¡Oh soñadora!, para que me suma

En la pura delicia sin camino,

Sabe, con una sutil mentira,

Conservar mi ala en tu mano.

Una frescura de crepúsculo

Te llega en cada latido

Cuyo golpe prisionero aleja

Delicadamente el horizonte.

¡Vértigo! Vibra el espacio

Como un gran beso que,

Loco de nacer para nadie,

No puede brotar ni apaciguarse.

¿Sientes el huraño paraíso

Igual que una risa enterrada

Fluir desde la punta de tu boca

Hasta el pliegue unánime?

Centro de riberas rosadas

Detenidas en las tardes de oro:

El blanco vuelo cerrado que posas

Contra el fuego de tu brazalete.

Trad. Daniel Chirom

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