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lunes, 18 de abril de 2011

Une fois pour toutes, de Juan Larrea

Una fois pour toutes

Elis ton plus beau jour et ton coeur préféré
c’est l’heure de s’asseoir au milieu d’une vie
il ne te reste que ce peu d’eau que bleuirent en te heurtant ceux
qui t’aimaient
tant tes cheveux sont faibles que ta tête peut à peine souvenir la
nuit

Quand le bonheur s’écoeure autant q’au soir la goutte qui le
comble
et le climat est au ciel pensif ce q’un Vieux chapeau est à la main quand tes paupières luttent contre un vent de vallées tellement
sombres
que tes penchants sont à tes bras ce que la vitesse au trains
la lumière n’étant pas une lointaine absence d’iniciatives
et la pénombre n’offrant plus les apparences des bêtes de sommes
dépense à pleines mains ce qu’il y a d’âme encore entre tes rives
profite de tes cheveux pour traverser l’automne





Algunas Veces Con Lágrimas

Elige tu más hermosa claridad y tu corazón preferido
Es hora de sentarse en medio de la vida
Ya no te queda sino el sentido de este poco de agua que azularon al temblar
por ti los que te amaban
Tus cabellos son tan débiles que tu cabeza puede apenas sostener la noche

Cuando la felicidad se hastía y llora tanto como al atardecer la gota que
le colma
cuando el clima es al cielo pensativo lo que un sombrero viejo es a la mano
cuando tus párpados luchan contra el viento de valles
tan sombríos
que tus inclinaciones son a tus brazos lo que la rapidez es a los trenes

No siendo ya la luz una lejana ausencia de iniciativas
ni ofreciendo la penumbra las sólidas apariencias de las bestias de carga
dispensa a manos llenas cuanto hay de alma todavía entre tus dos orillas
aprovéchate de tus cabellos para atravesar el otoño

Debussy y Mallarmé, por Daniel Chirom

Letra y música

Debussy y Mallarmé: Correspondencias entre música y poesía

“¿Pero acaso este poema no tenía ya música?” le dijo el poeta consagrado Stéphane Mallarmé (1842-1898) al joven músico Claude Debussy (1862-1918), que le había acercado con reverencia una composición suya sobre el poema Aparición.

Corría el año 1884 y para entonces Debussy ya había musicalizado cuarenta poemas. Entre sus poetas elegidos se pueden citar a Théodore de Banville, Paul Verlaine, Leconte de Lisle, Paul Bourget, Charles Baudelaire, Pierre Louÿs, Alfred de Muset, Charles d’Orleans y Francois Villon. Además, escribió sus propias prosas líricas.

El músico Paul Dukas afirmó que “La más fuerte influencia que tuvo Debussy fue de los escritores, no de los músicos”.

El Parnasianismo y posteriormente el Simbolismo aportaron al músico tonos y sonoridades nuevas. Se podría decir que él proyectaba en las palabras de Mallarmé lo que jamás había visto, una correspondencia entre las imágenes y los sonidos. Incluso cuando Debussy no utilizó textos en sus composiciones, se basaba igual en ellos. El máximo ejemplo es el Preludio para la siesta de un fauno, sinfonía que revolucionó los cánones de aquel entonces dándole la espalda a Wagner y basada en el poema homónimo de Mallarmé.

El Parnasianismo intentó reaccionar contra el exceso de lirismo de la postura romántica confiriéndole a la poesía un tono más objetivo e impasible. Trató de describir con precisión aspectos cambiantes de la naturaleza. Fue hijo del Positivismo.

La intención primera de los simbolistas fue crear una poesía de ideas que atestiguara la preocupación de profundizar en las relaciones del hombre con la naturaleza y del hombre con el hombre. El símbolo establece relaciones, correspondencias, entre los objetos y los sentidos o entre los fenómenos del mundo físico y del mundo moral. La poesía simbolista fue paralela al renacimiento del idealismo, y le concedió importancia a la libertad de expresión y al inconsciente.

“Evocar poco a poco un objeto para mostrar un estado de alma o, inversamente, elegir un objeto y separar de él un estado de alma por una serie de desciframientos” dijo Mallarmé sobre la actitud de los simbolistas (1891, Echo de París). ¿Acaso esta definición no cabe en la música del autor de Children’s Corner?

Cuando Debussy musicalizó Aparición tenía 22 años y aún no se había desencantado de Wagner, cuya concepción de la música lo influenció en ésa y otras composiciones de aquellos años. Casi treinta años después (1913) volvió a musicalizar tres poemas de Mallarmé: Suspiro, Placer Fútil y Abanico. Esta vez el resultado fue diferente. Texto y música confluyen en una obra única donde la melodía y la sonoridad de las palabras aparecen como elementos de la composición musical, cuyo lenguaje es atonal.

Claude Debussy realizó ochenta composiciones basadas en poemas. Éstas no fueron meros pasatiempos sino que formaron parte de su credo como artista al entender que existen entre el hombre y la naturaleza correspondencias en todos los planos. Además, estas joyas, en muchos casos, fueron campos de experimentación para sus obras más extensas. Un claro ejemplo es Noche de estrellas, una composición basada en un poema de Théodore de Banville que data de 1875 y que luego vuelve como tema en su ópera Pelléas y Melisande.

La obra de Mallarmé muchas veces fue calificada como poesía de cámara. Es considerado junto a Arthur Rimbaud y Charles Baudelaire como el padre de la poesía moderna. El Simbolismo no fue sólo una cuestión gramatical o gráfica sino una actitud mental. El mismo talante que tuvo Debussy, uno de los progenitores de la música contemporánea.

Daniel Chirom



APARICIÓN

La luna se entristecía. Serafines llorosos,

Soñando, con el arco en las manos, entre la calma

De las flores vaporosas, extraían de sus violas murientes

Blancos sollozos que resbalaban sobre el azul de las corolas.

Era el día bendito de tu primer beso.

Mi ensueño, queriendo martirizarme, se embriagaba

Con prudencia de una tristeza fragante,

Y, sin siquiera un lamento, sin una queja, dejaba

La cosecha de un sueño en el corazón que le acoge.

Yo iba errante, con la mirada perdida en el suelo en ruinas,

Y, con el sol en los cabellos, en la calle,

Entre la noche, tú te me apareciste sonriendo

Y yo creí ver en ti la diosa coronada de claridad

Que antaño, sobre mis bellos sueños de niño,

Pasaba, dejando siempre caer de sus manos entreabiertas

Los blancos ramilletes de perfumadas estrellas.

Trad. Daniel Chirom




SUSPIRO

Mi alma va, calma hermana, hacia tu frente

Donde sueña un otoño de pecas alfombrado

Y al errante cielo de tu angélica mirada,

Fiel, sube, así como en jardín doliente

Un blanco chorro de agua hacia el Azul suspira,

Azul tierno de Octubre que pálido, puro mira

Reflejarse en estanques su infinito desmayo,

Y deja –en muertas aguas donde rojiza agonía

De hojas en el viento vaga y abre una huella fría-

Que el amarillo sol se arrastre con largo rayo..

Trad. Daniel Chirom

ABANICO

¡Oh soñadora!, para que me suma

En la pura delicia sin camino,

Sabe, con una sutil mentira,

Conservar mi ala en tu mano.

Una frescura de crepúsculo

Te llega en cada latido

Cuyo golpe prisionero aleja

Delicadamente el horizonte.

¡Vértigo! Vibra el espacio

Como un gran beso que,

Loco de nacer para nadie,

No puede brotar ni apaciguarse.

¿Sientes el huraño paraíso

Igual que una risa enterrada

Fluir desde la punta de tu boca

Hasta el pliegue unánime?

Centro de riberas rosadas

Detenidas en las tardes de oro:

El blanco vuelo cerrado que posas

Contra el fuego de tu brazalete.

Trad. Daniel Chirom

Masola por Mazzola


Marcelo Masola fue un genuino autodidacta. Munido de aquel diccionario de Francés-Español que aún hoy se conserva en su cuidada biblioteca, comenzó a trasladar con el entusiasmo de un auténtico orfebre estos textos del Libro de los Muertos, realizando un trabajo artesanal, pieza por pieza, palabra por palabra, engarzándolas de manera precisa, buscando más que el acierto lingüístico el exacto sentido de cada una de ellas, para que el brillo de una no opacara el del resto.

El texto egipcio da comienzo con estas palabras:

“Heme aquí

Oh Formas de la Eternidad

Soy un Portador de Palabras de Verdad”

Ya en aquellos días, el joven poeta Masola se anunciaba a sí mismo. Es él quien será un “portador” de la poesía y respetará todo acto artístico. Mucho tiempo después, en una carta dirigida a la poeta Sofía Maffei, escribe: “Las dificultades me sobrepasan constantemente, pero yo las aventajo siempre, por ahora, con mi terco afán de creación.”

En Córdoba sabemos de su tarea responsable y permanente con la palabra, para un simple y gran cometido: la Verdad del Poema y del Hombre. Ese fue su destino y su decisión de vida, pero su obra permanece viva, por eso tomé con agrado la propuesta de Eugenia Cabral de reeditar esta pequeña joya que data de 1943. Posteriormente mi padre abordaría otras traducciones: del alemán, el Diario Florentino, de Rainer María Rilke, en 1955, publicado por Ediciones Paideia y Tres Poemas, de Saint-John Perse, en 1961, que editó la Universidad Nacional de Córdoba.

Sergio Mazzola

Julio de 2006

La versión de los Textos egipcios de Marcelo Masola

LA VERSIÓN DE LOS TEXTOS EGIPCIOS

POR MARCELO L. MASOLA

Muy acertada es aquella observación de Alfredo Terzaga donde dice que los límites históricos y cronológicos del Romanticismo sobrepasan a la temporalidad de ese movimiento en la proyección de sus modelos culturales. Una de las propuestas románticas era el rescate de textos producidos en lugares y épocas remotas que –a merced de poderíos regios o de cánones culturales- fueron desplazados por la imposición de la cultura europea, recuperación que produjo importantes descubrimientos literarios y cuya consecuencia fue la puesta en marcha de la traducción de los originales encontrados.

Esa proyección del modelo romántico en la búsqueda de textos arcaicos se llegó a reproducir en poetas muy lejanos en el tiempo y la geografía, confrontados con interrogantes filosóficos y preocupaciones históricas disímiles y, especialmente, sintiéndose responsables ante realidades nada coincidentes con el contexto del romanticismo. Es el caso de Marcelo Luis Masola, integrante de aquellas reuniones en el Café L’Aiglon, allá en la Córdoba de los años cuarenta.

Masola adoptó la perspectiva del poeta para leer: mirando directamente al núcleo del texto. La versión en español del Capítulo CXXV del Libro de los Muertos, según la traducción al francés de J. C. Mardrus, fue una sagaz elección. El poema, por tratarse de un texto sagrado o conjuro, despliega las palabras que deben pronunciarse de cara a la muerte y a sus rituales. El discurso de la Tercera Alma enfrenta específicamente el problema que todo poeta debe resolver: la Forma. Hay una poética en estos Textos Egipcios enunciada desde el principio: “Oh, Formas de la Eternidad / Soy el Portador de Palabras de Verdad...”. Esta fórmula de apertura concierne a una afirmación que encontramos más adelante: “...jamás he respirado el polvo de las cosas muertas y de las páginas estériles”. Se trata de un verdadero programa literario, con oxígeno suficiente para orientarnos aún en los días de la página web, tanto en la lectura como en la escritura.

Las etapas políticas e históricas se suceden trocándose unas por otras, menoscabándose o superándose unas a otras, negándose unas a otras. Los textos poéticos, originales o traducidos, las sobreviven porque no son “el polvo de las cosas muertas y de las páginas estériles”. Obedientes a ese precepto, es necesario hacer circular nuevamente esta versión cincelada por Marcelo Luis Masola del Capítulo CXXV del Libro de los Muertos, publicada por Editorial Mediterránea, que dirigía Agustín Oscar Larrauri, en Córdoba, 1943. Consideramos, también, oportuno conservar las Notas Explicativas incluidas en la edición original y agregar estos comentarios y los datos biográficos de Masola para actualizar su lectura y no caer en la reedición facsimilar.

Eugenia Cabral